¿Alguien se acuerda cuándo comenzó el turismo en la Costa del Sol? ¿Qué existía cuando se empezó a desarrollar esa afluencia de visitantes venidos de todo el mundo y que se extendió por todos los municipios costeros de la provincia?
Los elementos que han propiciado en dar a conocer la Costa del Sol como el magnífico destino que es a nivel mundial han sido, principalmente, el sol y la playa. Sin este binomio, difícilmente se hubiera consolidado el tejido empresarial del que, de una manera directa o indirecta, depende económicamente el Turismo en nuestra provincia.
El producto de sol y playa constituye uno de los principales atributos identificativos de la Costa del Sol, pero, por desgracia, uno de estos dos elementos se está viendo afectado de manera muy negativa desde hace tiempo: las playas. Como vienen advirtiendo instituciones climáticas como son el Panel de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU o la Oficina Española de Cambio Climático, dependiente del Gobierno, el cambio climático ha roto las reglas del juego de la climatología mundial y en nuestro caso la de la cuenca del Mediterráneo. Por dicho motivo, el riesgo de erosión de nuestras playas es real y desde la Administración tienen que ser capaces de anticipar esos riesgos, pues la mayor concurrencia de fenómenos extremos afectará tanto al ciudadano, como a los ecosistemas y a la experiencia del turista que nos visita.
No hay duda de que la acción humana está teniendo mucha culpa en la situación actual de nuestras costas. Sí, ya sabemos que hubo una época en la que todo valía urbanísticamente y en la que cualquier sitio era idóneo para una construcción desaforada, daba igual que estuviera en la misma playa. La presión sobre nuestro litoral ha sido y es insostenible y en parte, por ello, estamos aumentando la concienciación medioambiental. Sin embargo, no podemos anclarnos en este debate eternamente, lo que hay hecho ya no se va a poder retrotraer y por mucho que se exponga como solución para algunos, salvo algún caso puntual, retranquear las zonas de Paseo Marítimo y demoler edificaciones adyacentes a lo largo de toda nuestra costa es absolutamente inviable, económica y medioambientalmente, como solución para la regeneración de nuestras playas.
Efectivamente, ante tan negro panorama es deber urgente de la Administración dar una solución a la estabilización de nuestras playas. Sin embargo, es evidente una dejación preocupante en cuanto a la ejecución de algunos Proyectos que deberían mejorar la adaptación de nuestras playas al cambio climático y que deberían estar ya cuanto menos licitados. Por ejemplo, el Proyecto para la Regeneración de las playas de Marbella y San Pedro de Alcántara sigue envuelto en una maraña de retrasos burocráticos y del que no hay visos de que se inicie y, por si fuera poco, con increíbles declaraciones que solo llevan a crear confusión como la del Ministerio de Transición Ecológica donde aseguran tras estudios que se realizan al respecto dentro de los objetivos de la Agenda 2030 que el proyecto se llevará a cabo en dos fases, una en 2045 y otra definitiva en 2100…
Dada la gravedad de la situación se debe poner en valor que desde la UMA y el Aula del Mar se estén haciendo estudios en este sentido, como la repoblación de especies vegetales marinas, que, además de mejorar la biodiversidad del medio acuático, amortiguaría los efectos de los temporales costeros en el sedimento arenoso, ayudando a fijarlo. Esta sería una alternativa a los efímeros aportes de arena que realizan tanto Ayuntamientos como Administración y que los resignados contribuyentes vemos con impotencia como una y otra vez se los vuelve a lleva el mar. Ante este sinsentido, ¿por qué no investigamos qué hacen otros países como los Países Bajos, Japón, Israel, etc, para contener la arena y el litoral y aplicamos las buenas prácticas de casos de éxito ya existentes?
Pero cuidado, porque no hay que olvidar que para llevar a buen puerto esta regeneración es fundamental el compromiso de todos, empezando por nosotros, los residentes y por supuesto, unos turistas preocupados por el medio ambiente. Ambos colectivos sociales son cada vez más conscientes de los impactos que se generan en estos espacios y ello supone una mayor predisposición a aceptar diferentes normas y compromisos para conseguir mejorar nuestras playas. Sentir la sintonía con el entorno y fomentar la sostenibilidad ambiental de los destinos son tendencias turísticas y políticas de muchos empresarios y municipios.
En definitiva, no hay tiempo que perder, se deben realizar actuaciones con urgencia. Cuidar y proteger nuestras playas es una tarea de todos, ciudadanos, turistas e instituciones tienen que remar en la misma dirección porque esto no se trata de un asunto que beneficie a unos más que otros, ni tiene color político, esto es por un bien común y debemos poner nuestro granito de arena, literalmente si hace falta, para conseguir un menor impacto ambiental, ayudando en la conservación, en la limpieza y en el mantenimiento de nuestras playas, que son las Playas de todos.